1 Reyes 9: ‘Casi perfecto’

¿Has experimentado alguna vez algo que parecía perfecto?

Estás con el compañero perfecto, disfrutando de la comida perfecta, con una vista perfecta... hasta que alguien da vuelta la comida y te pican los insectos.

Hasta ahora en 1 Reyes parecía que la vida con el rey de Dios en el lugar de Dios era todo lo perfecta que podía ser.

Pero en el capítulo 9, las cosas empiezan a desenredarse.

Veinte años después de que le dijera a Salomón que le daría su deseo de sabiduría, el Señor se dirige de nuevo al rey, diciendo el versículo 3: "«He oído tu oración y lo que me pediste. He apartado este templo para que sea santo, este lugar que has construido, donde mi nombre será honrado para siempre. Lo vigilaré sin cesar, porque es muy preciado a mi corazón» (NTV).

¿Hay algo más grande que saber que Dios ha escuchado y respondido a nuestras oraciones?

Sin embargo, en respuesta a la oración de Salomón, el Señor utiliza la palabra «si»... dos veces. Dice, versículo 4, «En cuanto a ti, si me sigues con integridad y rectitud, ... entonces estableceré tu dinastía en el trono de Israel para siempre».

Aunque las cosas parecen perfectas, existe la posibilidad real de que no sigan así.

Entonces el Señor da una sobria advertencia, versículo 6-8: «Sin embargo, si tú o tus descendientes me abandonan y desobedecen los mandatos y los decretos que les he dado, y sirven y rinden culto a otros dioses, entonces desarraigaré a Israel de la tierra que le he dado. Rechazaré este templo que hice santo para honrar mi nombre. Haré que Israel sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones; y aunque ahora este templo sea imponente, todos los que pasen por allí quedarán horrorizados y darán un grito ahogado a causa del horror». 

Es casi imposible imaginar semejante caída en desgracia, especialmente después del establecimiento casi perfecto del glorioso templo en el capítulo anterior.

Pero el Señor tenía claro que las elevadas alturas de Salomón no durarían, y las glorias del reino de Dios se convertirían en escombros antes de ser restauradas y redimidas.

1 Reyes nos da un tentador sabor de lo que podría ser el reino de Dios... pero ni David, ni Salomón, podrían cumplir el papel y la responsabilidad del verdadero Mesías.

1 Reyes nos deja sedientos y hambrientos del hijo más grande de David, Jesús, el Mesías, que cumpliría todos los requisitos y serviría a sus súbditos sacrificando su propia vida.
Pues en poco tiempo empezaron a aparecer algunas grietas en el reino de Salomón.

En primer lugar, leemos en el versículo 11 que Salomón regaló parte de la preciosa tierra prometida a un rey extranjero para financiar sus ambiciosos planes.

A continuación, el versículo 15 nos habla del uso excesivo de los trabajos forzados por parte de Salomón, que empezó a actuar más como el tirano egipcio que obligaba al pueblo de Dios a ser esclavo.

Es más, incluso empezaba a parecerse a un faraón, al construir ciudades como centros de abastecimiento, y al acumular más carros y caballos, versículo 19.

Lo cual empieza a tener sentido cuando consideramos, versículo 24, que «Salomón trasladó a su esposa, la hija del faraón, de la Ciudad de David al palacio nuevo que le había edificado».

Los valores de la familia de su esposa han influido en él... y las cosas han empezado a deteriorarse.

Aunque es rico y poderoso, está actuando menos como un Mesías y más como un Faraón... especialmente cuando vemos lo poco entusiasta que es para adorar al Señor, versículo 25: «Tres veces al año Salomón presentaba ofrendas quemadas y ofrendas de paz sobre el altar que había construido para el Señor».

¡Sólo tres veces al año!

Asistía a festivales importantes, pero parece que es muy parecido al anglicano que ¡sólo asiste en Navidad y Domingo de la Resurrección!

El gran Salomón parece haberse alejado de su Señor.

Salomón no satisfizo las necesidades del Mesías... sólo nos mostró cuánto necesitábamos al verdadero Mesías, Jesús el Cristo.

Alabado sea Dios porque en Jesús tenemos a uno que sí siguió a su Padre «con integridad y rectitud ... obedec[iendo] todos mis mandatos, decretos y ordenanzas».